Llevamos casi cuatro meses de 2014 y ya hemos asistido a unos cuantos descubrimientos científicos interesantes. El último nos llega desde Nueva York y supone un paso adelante muy importante en la creación de vida artificial. Un equipo de investigadores ha logrado crear artificialmente el primer cromosoma eucariótico.
En otras palabras, un cromosoma de la levadura. Siete años de investigación que se han materializado en un avance muy significativo ya que previamente la creación de vida artificial había ido por otros camino como los virus o las bacterias. Eso sí, esto no es más que el principio.
El gran triunfo de este equipo de investigadores ha sido crear de forma artificial el cromosoma III de la levadura que comprende una cuarta parte del total de nucleótidos que tiene su genoma. Sólo es un cromosoma de los quince que tiene la levadura, una de las más fáciles de manipular, pero aún con eso el descubrimiento ha sido muy relevante.
Siete años de investigación donde se ha trabajado con un software especializado que les ha ido permitiendo analizar la levadura hasta crear un cromosomas uniendo nucleótidos de forma individual para que, una vez terminado, se pudiera recombinar con el resto de la cadena y ver qué efectos tiene.
En la imagen que encabeza el artículo podéis ver los cambios que se han hecho en este cromosoma: la parte amarilla es toda la información que se ha eliminado y los puntos marcados en rojo y blanco las modificaciones que se han hecho.
¿Qué se pretende con este proyecto? Al modificar la levadura se pueden modificar sus rendimientos y forma de actuar para hacerlo más provechoso. Por ejemplo: hacer más etanol, recordemos que no sólo se utiliza para hacer pan o cerveza sino que tienen un papel muy importante dentro de los biocombustibles.
Patrick Yizhi Chai, un miembro del equipo de la universidad de Edimburgo, cree que en diez años se podrán sintetizar genomas de forma muy sencilla. De momento ya se ha demostrado que se pueden hacer diseños racionales, y funcionales, en la escala de los cromosomas.
Vía | The Guardian